El cortisol y la grasa visceral están estrechamente relacionados, ya que el cortisol, una hormona del estrés producida por las glándulas suprarrenales, puede promover la acumulación de grasa visceral en diversas formas:
1. Estimulación de la lipogénesis en el abdomen: El cortisol favorece el almacenamiento de grasa en la zona abdominal al activar receptores específicos en los adipocitos viscerales.
2. Resistencia a la insulina: Altos niveles de cortisol pueden inducir resistencia a la insulina, lo que lleva a un aumento en los niveles de glucosa en sangre y, a su vez, a un mayor almacenamiento de grasa.
3. Aumento del apetito y antojos por alimentos calóricos: El cortisol estimula el apetito y puede aumentar el deseo de consumir carbohidratos y grasas, lo que favorece el exceso de calorías y el almacenamiento de grasa.
4. Reducción de la lipólisis: Aunque el cortisol también puede promover la degradación de grasas en ciertas situaciones, su efecto crónico tiende a reducir la quema de grasa y a favorecer su acumulación en el área abdominal.
5. Inflamación crónica y alteración metabólica: Un exceso de cortisol está relacionado con un estado inflamatorio crónico, lo que puede contribuir a la disfunción metabólica y a la acumulación de grasa visceral.
En resumen, niveles elevados y sostenidos de cortisol, especialmente por estrés crónico, pueden aumentar la acumulación de grasa visceral, lo que está asociado con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.